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Biblioteca del museo. Edificio Santa Mª de Europa (A Carballeira)

Rúa Xílgaros s/n. Tfno.: 988 988 788 439 | Fax: 988 788 450

De lunes a viernes de 9.00 a 14.00 horas

Exposición: “Antología de Escultura”. Sala San Francisco (edificio anexo al claustro)

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De martes a sábado de 9.00 a 21.00 horas

Domingo de 9.00 a 15.00 horas

Lunes y festivos cerrado

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Antiguo Palacio episcopal en reforma para sede del Museo Arqueolóxico. 1962

Antiguo Palacio episcopal en reforma para sede del Museo Arqueolóxico. 1962

“La grúa fue la verdadera atracción de las fiestas”. Corría el año de 1962 y Ferro Couselo escribía a Francisco Pons Sorolla, arquitecto de las obras del Museo Arqueolóxico de Ourense en el antiguo Palacio episcopal, para darle cuenta del avance de éstas. Era un bien ansiado desde que ardiera su sede del Instituto Provincial en 1927. Todo el trabajo de organizar conferencias y exposiciones; inventariar, catalogar y fotografiar piezas de la colección; recibir donaciones y materiales de las excavaciones arqueológicas; atender a personas investigadoras y editar una revista, podía ser estéril con las piezas en almacenes y sin un local en el que desenvolver públicamente su vida.

Fueron años de búsqueda de un edificio apropiado hasta que la conjunción de dos necesidades propició la consecución de la meta. En 1947, el obispo Francisco Blanco Nájera, ofrecía en venta al Ministro de Educación Nacional el antiguo Palacio episcopal para, con el importe recaudado, sufragar parte de la construcción del nuevo Seminario Mayor. Acordaron el precio en 2.008.230 de pesetas. Cuatro años se demora la firma del contrato en 1951 debido a que el Ministerio tenía otras prioridades.

Un año después, Ferro Couselo, director del Museo, comenzó la instalación provisional de la exposición. La adquisición suponía disponer de muchos metros cuadrados y, además, contar con un edificio declarado Monumento Histórico–Artístico en 1931 por sus numerosos valores, entre ellos los arquitectónicos, al contar con una estructura interior románica singular en la península ibérica, conservada gracias a una serie de añadidos de diferentes épocas históricas, un auténtico manual de arquitectura y construcción.

El estado del edificio obligaba a una reforma y una necesaria adaptación a las funciones de un Museo. Siete años después de la compra, y tras la realización de trámites, redacción y aprobación del proyecto, así como de obtener el dinero preciso, se iniciaban las obras. Pero el camino no estaba libre de obstáculos.

En 1960 voces polémicas comienzan a oírse en la ciudad. Varios comerciantes piden derribar parte del edificio con el fin de ampliar la calle Bispo Carrascosa siguiendo la línea de arcadas hoy existente hasta la Plaza Mayor, con la que pretendían revitalizar esa parte de la ciudad.

Cuando en 1962 Ferro Couselo le escribe a Pons Sorolla, la disputa entre este grupo y los que denominan “enemigos del progreso”, que apuestan por la conservación, está en su punto álgido; hay un intento de parar la obra, se obstaculiza el trabajo y se hace más notoria en los medios de comunicación. En defensa del edificio acude Vicente Risco que recurre al lema del pueblo romano contra el Papa Urbano VIII “Lo que no hicieron los bárbaros, lo hicieron los Barberini” y José Conde Corbal acuña la frase “termitas con pantalones”. En contra, un concejal negaba valor al edificio e insistía en que perjudicaba la circulación rodada y afeaba la perspectiva de la Plaza Mayor.

Fuera del ámbito mediático, Ferro Couselo se reúne con las autoridades ourensanas, emite informes y escribe oficios y cartas personales a diferentes académicos para solicitar su apoyo. Era una lucha en la que sólo podía exponer argumentos pues las decisiones correspondían siempre a instancias superiores.

Las resoluciones de la Real Academia de San Fernando, Dirección General de Bellas Artes y Comisaría General del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional fueron favorables a los intereses del Museo y de la íntegra conservación del edificio.

Con 900 años de historia, es un capítulo más dentro de la dilatada historia del edificio que se continúa escribiendo, memoria de una época en la que el diseño de la ciudad y su crecimiento se modela condicionado únicamente por criterios económicos.