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Biblioteca del museo. Edificio Santa Mª de Europa (A Carballeira)

Rúa Xílgaros s/n. Tfno.: 988 988 788 439 | Fax: 988 788 450

De lunes a viernes de 9.00 a 14.00 horas

Exposición: “Antología de Escultura”. Sala San Francisco (edificio anexo al claustro)

Rúa da Granxa s/n. Tfno.: 988 788 417

De martes a sábado de 9.00 a 21.00 horas

Domingo de 9.00 a 15.00 horas

Lunes y festivos cerrado

Rúa da Granxa s/n.
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Cabezas castrexas de Armea. Ca.1950. Fondo Francisco Conde-Valvís

Cabezas castrexas de Armea. Ca.1950. Fondo Francisco Conde-Valvís

Las personas llegamos al mundo con la facultad de guardar en nuestra mente las cosas que consideramos importantes y acordarnos de ellas en el momento oportuno. Esa magnífica capacidad, que llamamos memoria, es sobre la que construimos nuestra historia, nos relacionamos y definimos quién somos. Recordamos algunos datos y otros no porque el cerebro tiende a rechazar lo innecesario y a quedarse con lo que de verdad importa, por eso la memoria se complementa con otra condición; todo lo que alguna vez estuvo en la memoria y ya no está pertenece al olvido. Olvidar es tan importante como recordar. Una variable que juega un papel importante entre el recuerdo y el olvido es el contenido emocional de la experiencia. Sin duda, los recuerdos con un alto contenido emocional permanecen más tiempo en nuestra memoria, en ocasiones esperando el momento para salir a la luz.

Corrían los años 40 del siglo XX cuando en una charla al regreso de una ruta arqueológica, a Francisco Conde-Valvís Fernández una reminiscencia lo retrae a su infancia. Su padre, Francisco Conde Valvís, aficionado a la arqueología, coleccionista y mecenas de este Museo, en sus recorridos por la provincia le iba inculcando el interés por el pasado. En una de esas excursiones por los alrededores de Allariz, de regreso, lo invitó a dar un rodeo para ir a ver unas estatuas de guerreros en un balcón. En un pueblo pudieron ver dos estatuas a modo de atlantes sobre el pretil de una casa que lo emocionaron. Los estudios, la estancia en el extranjero y las labores profesionales apartaron a Conde-Valvís de las estatuas de guerreros, hasta que de nuevo, una conversación con Xesús Ferro Couselo le evocó aquella vivencia. Podía describir claramente las características de los guerreros, de modo que Ferro Couselo enseguida los reconoció como esculturas pertenecientes a la Cultura Castrexa, pero los recuerdos non son copias exactas de las experiencias sino que la memoria los reelabora en el momento de la recuperación, y Conde-Valvís desconocía el lugar exacto de localización. Animado por el entonces director del Museo emprendió la búsqueda intentando reconstruir aquella jornada de niñez. Así llegó al pueblo de Outeiro de Laxe donde reconoció el lugar en el que estuviera décadas atrás y pudo encontrar las estatuas, ya fuera de su lugar y notablemente dañadas respecto a cómo las observara en la primera ocasión. El hallazgo lo condujo a explorar las inmediaciones buscando el lugar de procedencia de las figuras. De este modo, descubrió y excavó la Cibdá de Armea e identificó otros restos, como las cabezas castrexas que aparecen en la fotografía que encabeza este texto, en la ladera del monte de Armea, en el pueblo de Abeledo. Los materiales de la excavación, así como los restos materiales de la colección de Conde-Valvís, entre los que se encontraban las estatuas, cabezas y otros relieves, que fuera reuniendo con sus desvelos y en los que invirtió tiempo, esfuerzo y dinero los entregó al Museo Arqueolóxico de Ourense. La fotografía de las cabezas, in situ, tomada por Conde-Valvís en el momento del descubrimiento fue recientemente depositada en este mismo Museo por su hijo Francisco Conde-Valvís Manzanares. Son tres generaciones favoreciendo con un legado al Museo Arqueolóxico.

Las cabezas castrexas junto a las estatuas pasaron a engrosar los fondos del Museo, uno de los lugares en los que se conserva la Memoria, o las Memorias, en este caso también la colectiva, la que nos identifica como comunidad. En otoño, en una muestra que reunirá también otras piezas del mismo contexto cultural, podremos contemplarlas y sumergirnos en la memoria e incluso, sin tener experimentado los acontecimientos que las rodearon, recordar y emocionarnos.