La fotografía aérea aplicada a la investigación del patrimonio arqueológico es una singular herramienta de trabajo que le permite al arqueólogo detectar anomalías sobre la superficie terrestre derivadas de la presencia del hombre. Anomalías o trazas que son especialmente reconocibles a vista de pájaro, y que descifradas como si de un código secreto se tratase, nos muestran la imagen de los yacimientos como si se dibujasen en un plano.
La exposición VOANDO O PASADO. FOTOGRAFÍA AÉREA E ARQUEOLOXÍA EN GALICIA, producida por el Museo Arqueolóxico Provincial de Ourense y en la actualidad itinerante por Galicia, aborda ese uso como herramienta de trabajo arqueológico, y de ella forma parte esta foto correspondiente al Castro de Trelle, que actúa de vértice entre los ayuntamientos de Toén, Barbadás y Cartelle (Ourense).
La fotografía aérea, como herramienta arqueológica y obtenida ya desde un globo aerostático, comienza a ser utilizada entre 1899 y 1909 por el arqueólogo y arquitecto italiano Giacomo Boni en las excavaciones que él mismo dirigía en el Foro de Roma, fundamentalmente con finalidad planimétrica y estratigráfica -recogiendo como avanzaban las excavaciones-. En 1910, con la misma finalidad de “levantar” el plano de las excavaciones de Numancia (Soria) que por entonces estaba realizando Adolf Schulten, se obtendrán también fotos de este yacimiento desde los globos Príncipe de Asturias y Urano, por esas fechas presentes en Soria en el marco de una de las “Escuelas Prácticas” realizadas por el Servizo de Aerostación Militar de Guadalajara.
En Galicia será en la década de los setenta del siglo pasado cuando la fotografía aérea comience a ser utilizada de modo sistemático en la investigación arqueológica -aprovechando mayoritariamente las fotos del vuelo americano de 1956-1957. La imagen que vemos corresponde, no obstante, al Vuelo Interministerial 1973-1986 disponible desde la Fototeca del Centro Nacional de Información Geográfica (CNIG), y en ella aparece el castro de Trelle en un fotograma obtenido en octubre de 1981. La conjunción de luz, sombra, enfoque, color y textura da lugar a que en la imagen se reconozcan fundamentalmente trazas o anomalías microtopográficas -relieves que se adivinan por las sombras que proyectan- y fitográficas -crecimiento diferencial de la vegetación- que nos reflejan los elementos defensivos del castro -murallas y fosos- así como su ordenación interna, de tipo radial y correspondiente a calles que organizan las diferentes manzanas, con una estructuración interna muy similar a la que se adivina en la Cidade de San Cibrao de Las. La imagen de 1981 contrasta, no obstante, con imágenes más recientes donde el castro aparece afectado por sucesivas agresiones antrópicas.