También llamado “de la Paz”, por estar situado en la calle de ese hermoso nombre, denominación con la que se conmemoraba un acto hoy prohibido: un abrazo, gesto que ponía fin a una guerra en 1839. Alrededor de esa fecha parece que se construyó el teatro. Hecho a la moda de la época: “a la italiana”, es decir, con varios pisos para palcos que delimitan el patio, con un diseño en herradura y disposición radial para que el público visualice mejor la escena. La ornamentación, con telones y pinturas alusivas a escritores y motivos teatrales, contribuía a la formación de la atmósfera adecuada para la representación de la imitación de la vida.
El teatro tuvo a lo largo de su historia varias reformas. Quizás la más importante fue la de 1915, cuando se adapta al uso como cine. De todos modos, siguió hasta 1975 acogiendo funciones, actuaciones y diversos actos, aunque las sesiones de cine eran lo usual. Tenía como norma no estrenar películas, solamente exhibir en “riguroso reestreno”, como diría con sorna alguna de las personas usuarias, lo que lo llevó finalmente al cierre.
A la situación de abandono posterior reaccionó la sociedad civil con una campaña llamada “Salvemos el Principal”, cuya lucha logró que el edificio fuese adquirido para uso público y reformado a finales de los años 80, momento al que corresponden las imágenes que compartimos que forman parte del fondo documental del Museo, y son de la autoría del fotógrafo Fernando del Río. Hoy, en el Día Mundial del Teatro, destacamos este teatro donde se siguen ofreciendo historias en las que los actores muestran su valía para disfrute de todos los espectadores.