Esta lámina, realizada en tinta sobre papel, pertenece al Cuaderno de dibujos atribuído al Padre Sarmiento que se conserva en el fondo documental del Museo Arqueolóxico y fue recientemente publicada en la Pieza del Mes. El investigador Justo Carnicero Méndez-Aguirre estudia el conjunto de inscripciones y dibujos de diversos elementos artísticos y arquitectónicos que coinciden exactamente con los lugares por donde pasó el P Sarmiento, en sus tres viajes a Galicia en 1725, 1745 y 1754-1755.
El cuaderno, compuesto por 76 láminas de formato apaisado (28 x 38 cm), encuadernado en rústica y con lomo de piel, fue adquirido por la Comisión de Monumentos a comienzos del siglo XX. La importancia de este trabajo radica en que el P. Sarmiento, inmortalizó las piezas, «in situ», en los lugares donde se encontraban en el siglo XVIII. Son pues, «fotografías» de sus viajes.
La lámina que presentamos incluye el dibujo del pedrón de Padrón, y textos que recogen la leyenda jacobea que lo rodea.
La piedra, labrada en granito, era, en origen, un ara romana empleada como altar en las ceremonias dedicadas al dios Neptuno. En su superficie se puede leer una inscripción que los expertos traducen como “a Neptuno con las aportaciones de los irienses”, lo que confirma la advocación al dios romano de las aguas.
Posteriormente el pedrón fue “cristianizado” añadiéndole una cruz grabada. La tradición jacobea lo liga con la traslatio, la llegada por mar del cuerpo de Santiago el Mayor afirmando que ésta fue la piedra en la que la barca apostólica se amarró cando tocó tierra. Según la leyenda, Atanasio y Teodoro, discípulos del Apóstol, trajeron sus restos por mar desde Palestina hasta Galicia cruzando el Mediterráneo, atravesando las columnas de Hércules (el estrecho de Gibraltar) y bordeando la costa atlántica. La traslatio marítima finalizaría en Padrón, con la llegada de la barca al puerto de Iria Flavia. Allí sería amarrada la nave al pedrón y desembarcado el cuerpo camino de la colina de Libredón, en la actual Compostela, donde acabaría siendo enterrado y redescubierto ocho siglos más tarde por el eremita Paio. Este hecho acabaría por provocar el traslado del obispado de Iria Flavia a Santiago.
El pedrón se encuentra hoy bajo el altar mayor de la igresia de Santiago, en el casco antiguo de Padrón.