Dictadura de Primo de Rivera I
En una sola ocasión visitó Ourense el general Primo de Rivera. La sociedad había acogido en el peor de los casos con indiferencia el Golpe de estado de 13 de septiembre de 1923. El dictador contaba con el apoyo de la burguesía, que buscaba un clima de seguridad para sus inversiones, con la simpatía popular, que esperaba la resolución de una guerra interminable con Marruecos y no hubo resistencia por parte de organizaciones como agraristas o socialistas a los que la ruptura del statu quo le abría la posibilidad de participar en el juego político del que el turnismo los mantenía alejados. No obstante, la dictadura supuso un notable recorte de las libertades civiles y políticas.
Las primeras medidas fueron disolver el Congreso, Senado, suspender las garantías constitucionales y declarar el estado de guerra (en el que se viviría indefinidamente). El 31 de septiembre disolvió todos los ayuntamientos de España. Serían sustituidos por una Junta de asociados, nombrados directamente por un delegado de jerarquía militar que estaba al frente de cada partido judicial. En enero haría lo propio con la Diputación provincial.
Otra de las primeras medidas fue extender el Somatén a toda España. Constituía esta, una organización de individuos de «reconocida moral», con profesión u oficio en las localidades en las que residían, a los que se le permitía el uso de armas como agentes de la autoridad o policía auxiliar.
Muchas de las personas que los integraban formaban parte de Unión Patriótica, el partido del Gobierno. Marcial Ginzo Soto, Arturo Noguerol, Xavier Prado Lameiro o Arturo Salgado Biempica fueron algunos de los significados representantes de Unión Patriótica. Más que un partido político al uso, sobre todo en los primeros tiempos, era un movimiento cuya misión era ejercer las necesidades propagandísticas del régimen. Organizan la visita que en julio de 1924 hace a la capital provincial. Lo más llamativo de ésta fue el banquete popular que congregó a 1600 personas (4000 según la organización) en el Jardín del Posío, aunque la principal preocupación de la sociedad ourensana fue aprovechar el viaje para transmitirle al «presidente» algunas reclamación históricas. A lo largo del recorrido que debía hacer el vehículo presidencial por la ciudad, un comité pro-ferrocarril colocó tres carteleras atravesando la carretera con los escudos de Ourense y Zamora y la leyenda: «Ferrocarril Orense Zamora». De los balcones de las viviendas colgaban idénticos textos y a la entrada del dictador en el Gobierno Civil explosionaron dos cohetes dejando caer multitud de octavillas con la reclamación.
La construcción de un enlace de Madrid con el puerto de Vigo era una vieja aspiración que databa de mediados del siglo XIX. Construido el Orense – Vigo y el tramo de Madrid hasta Zamora, solo quedaba conectar Ourense con esta última ciudad. Desde la aprobación de la línea en 1912 el proyecto tiene una tramitación complicada y lenta hasta que es incluido en el Plan Preferente de Ferrocarriles de Urgente Construcción, añadiendo el prolongamiento del tramo hasta A Coruña. Al año siguiente comenzarían las tareas que tras interminables obras finalizaron en su totalidad en 1958.
Primo de Rivera no visitó más Ourense. El resto fueron paradas fugaces de paso a otros lugares. Saludos en las estaciones ferroviarias o en el descanso del automóvil. En 1929, cuando se dirigía a Mondariz, detienen el auto en Verín. Sabedoras de este viaje las autoridades ourensanas se citan a las seis de la tarde para esperarlo a las puertas del Gobierno civil. Allí estaban el alcalde, el presidente de la Diputación, el de la Audiencia, el teniente coronel de la Guardia Civil, el delegado gobernativo, varios diputados y concejales, el arquitecto municipal, el director del hospital... y muchas otras personas. A las ocho y media la comitiva presidencial cruzó la ciudad sin detenerse. No obstante, el «presidente» al darse cuenta de la presencia de las autoridades, sacó el busto fuera del coche y descubierto saludó afectuosamente.