Monarquía
Funcionaron siempre bien como estrategia propagandística los viajes regios. En ellos se difunde una imagen de personas amantes de su pueblo, cercanas y bondadosas. Son también un éxito en la difusión en los medios de comunicación, en el apoyo de las instituciones y las masas.
El 29 de septiembre de 1927, Alfonso XIII vestía uniforme de Marina, con las cuatro insignias de las órdenes militares. Con enorme frecuencia acostumbraba a vestir así debido a su admiración por el ejército. De hecho, tras bajar del tren en la estación de Ourense el primer acto es la revista de tropas. Más tarde inspeccionaría también el Cuartel en el Convento de San Francisco.
Por su parte Victoria Eugenia de Battenberg vestía con un sencillo vestido de tono rosa cubierto con un abrigo azul. Desde que ella llegó a palacio europeizó la moda y costumbres. Desde entonces todas las modas entraron en España por la Corte y no a pesar de la Corte.
Hasta la Catedral hicieron el recurrido en coche, mientras recibían la aclamación del pueblo. Al llegar, se arrodillaron sobre almohadas de damasco y besaron el crucifijo, para después -bajo palio sostenido por seis canónigos- penetrar en la Catedral a asistir al Te Deum. El gesto se repetía en la iglesia de cada destino de los viajes regios. La imagen pública del monarca era la de un ferviente y devoto católico, protector y garantizador de la religión. A partir de 1923 dentro del nacionalcatolicismo su fe y patriotismo son la legitimidad de la monarquía. Alfonso XIII se sentía cómodo a la sombra del dictador.
Los viajes se programaban en los meses de verano. Acostumbraban a pasar esta temporada en el norte y además se garantizaban buenas condiciones meteorológicas. Así pudo celebrarse en el jardín del Posío un festival. El Orfeón entonó «Negra sombra», se escuchó la gaita de Faustino Santalices junto a De Ruada y Os enxebres completaron el cartel.
Con la Marcha real interpretada por la Banda Municipal se dirigieron hacia la Diputación. Allí, un poco más tarde de lo habitual tomaron un té. Esta innovación del té de las cinco, fue una moda a imitación de la inglesa Reina Victoria, que lo impuso en palacio. En realidad, no era más que cambiar el nombre a la merienda, porque la aristocracia y burguesía continuó con su chocolate con bollos en la misma hora.
En 1929 Alfonso XIII decidió retirarle su apoyo a Primo de Rivera. A primeros de 1930 este decide dimitir y el rey nombra presidente al general Berenguer. El descontento con la actuación del monarca fue en aumento. Ortega y Gasset escribía: Delenda est Monarchia (la Monarquía debe ser destruida). En febrero el almirante Juan Bautista Aznar, como presidente, convoca elecciones municipales.
El resultado en Ourense difiere de la tónica general del país, ya que la mayoría de las ciudades y capitales de provincia votaron contra la monarquía, mientras que aquí se mantiene el tradicional dominio conservador: 9 conservadores, 4 Unión Monárquica, 6 republicanos, 4 socialistas y 1 agrario.
El 14 de abril es proclamada la II República y Alfonso XIII abandona el país el mismo día, Victoria Eugenia un día después. La institución monárquica había sido sustituida sin mediar violencia civil o militar.