Sistema Bancario

Durante los años de la Primera Guerra Mundial España podía considerarse un país casi rico. La agricultura, industria y comercio se beneficiaron de la neutralidad española gracias a la demanda de los países beligerantes.

La bonanza económica va a ser administrada por la Banca privada que se convierte en el principal centro de decisión y actuación de la industria. Por lo contrario, carecía de regulación. Podía fundarse, establecerse, fusionarse y hacer cualquier operación sin límites, trabajando con las tarifas que consideraba oportunas.

Como en el resto del país, la banca ourensana en esta época adolece de preparación técnica. Son empresarios individuales, normalmente vinculados a una familia burguesa. Además del Banco de España, operan en este momento en Ourense el de Viuda e Hijos de Juan Fuentes Pérez, Pedro Romero y Hermanos, Banca de Hijos de Simeón García y Cía., Banca Nogueira en Ribadavia, la Banca Cid en Verín y los foráneos Banco Hispano Americano, Banco de Vigo, Sobrinos de José Pastor y el Banco de La Coruña la finales de la década.

1921 marca el cambio de tendencia hacia una grave depresión económica. Acabaron las exportaciones extraordinarias y comenzaron las suspensiones de pagos, la más sonada, la del Banco de Barcelona en diciembre de 1920, que puso en alerta sobre las deficiencias del sistema.

La solución pasaba por la Ley Cambó de finales de 1921 con la primera regulación seria de los bancos privados, que obligaba a pasar balances al Banco de España, aumentaba las inspecciones e incrementaba los impuestos. Las medidas contribuirían principalmente a ofrecerle garantía a la clientela. No obstante, para Ourense llegaba tarde. En mayo de 1921, Pedro Romero y Hermanos, conocida como Banca Romero, presentaba la suspensión de pagos. Supuso una conmoción tremenda para muchos ourensanos que perderían sus ahorros e inversiones en este banco. Una política de compras de bienes y empresas erradas y un contrato de suministro con el ferrocarril que no fueron capaces de cumplir arruinaron la tesorería de la firma. Tampoco ayuda la desaparición del gerente de la entidad, Daniel Romero, que permanece fugado hasta que es detenido en Tánger en octubre de 1922.

La otra víctima de los problemas es la de Viuda e Hijos de Juan Fuentes Pérez. El nerviosismo por el suceso de la Banca Romero hizo que le retiraran muchos depósitos y se agravara su ya delicada situación. En noviembre de 1921, entra en suspensión de pagos y finalmente la quiebra en febrero de 1923.

Entre la clientela damnificada, quizás el caso más célebre es lo de Ramoneca y Pichagris:

«Una pareja feliz que había decidido ahogar sus penas en vino. Habían probado fortuna en América y cuando regresaron de la Argentina depositaron toda su fortuna, cuarenta mil reales, en un Banco que dio en quiebra, y desde entonces, cantando acompañándose del acordeón recurrían las calles recogiendo las dádivas de los ourensanos. No tocaba bien, tenía una mano impedida, y cantaba peor, pero lo que se premiaba eran sus dichos y agudezas. Como el músico hacía vida bohemia, se erguía muy tarde, por lo que muchas veces Ramona le lavaba la cara en el primer pilón que encontraba y se la secaba con el mandil. Los diálogos eran graciosísimos y su vida real vivida en plena vía pública, adquiría elevados matices de teatro espontáneo y popular que nunca vi superado.”

Ernesto Gómez del Valle, periódico La Noche, 1963

En algún caso sufrieron una década de espera, aunque la mayoría de las personas afectadas pudo recuperar su dinero.