Toros
El público acudía a la plaza sediento de sangre. Un poco inconsciente en algunos momentos chillaba: caballos! caballos! porque gustaba ver los animales malheridos o al torero besando la arena. La tradición en Ourense era secular, aunque esporádica, limitada a espectáculos ligados a las celebraciones patronales. En el siglo XVIII, se crean los primeros edificios exentos en España en los que la función será sufragada por los espectadores. De este modo, se forman empresas que en la búsqueda de negocio invierten en la construcción de plazas taurinas como la que en 1906 se construye en Ourense en la zona de Mariñamansa. Aunque estaba hecha de madera y la solicitud de licencia aludía a la provisionalidad del recinto, tenía vocación de permanencia.
Conforme avanza el siglo la afición decae en favor de los espectáculos deportivos, principalmente el fútbol. En 1917 la plaza es deficitaria. Únicamente se programan «novilladas» por las fiestas del Corpus. De hecho, en 1920 se decide construir un Hospital para infecciosos en su solar.
A mediados de la década se observa un renacimiento del castizo madrileño o andaluz con mantón de Manila, «peinetas» y mantillas de blonda para ciertos festejos, como búsqueda de una identidad en vías de desaparición. Hay toros en O Barco; la plaza de toros de Ribadavia, en funcionamiento en A Veronza desde 1916, está en pleno auge; en el campo del Loña en Ourense instalan otra y Xinzo inaugura la suya en 1925. Para la inauguración de Xinzo contaron con el torero Manuel Rodríguez «Castrelito», ourensano de Castrelo de Miño. La faena de Xinzo no fue de las mejores de Castrelito, en una carrera que, sin llegar a coger la alternativa, fue larga por las plazas de España.
A finales de la década crece la corriente de opinión pública de rechazo de los espectáculos macabros que se producían en los cosos. En 1927 se crea la primera comisión destinada a estudiar la adopción del «peto», la coraza que protege al caballo. Se eliminan las banderillas de fuego y se prohíben las capeas al tiempo que las corridas evolucionan hacia la estética. En 1929 se prohíbe asistir a los toros a los menores de 14 años para evitar que normalizaran la violencia.
En 1928, Ribadavia derriba su plaza. En la ciudad de Ourense los toros no volverán hasta 1935.