Las cerámicas de mesa romanas fueron y son en la actualidad uno de los instrumentos más importantes con los que cuenta el arqueólogo para datar las unidades estratigráficas resultantes de toda excavación y entre ellas, dentro de la cerámica fina, fue sin duda la terra sigillata la que tuvo una mayor implantación. Esto mismo sucede también en los estratos romanos de la Igrexa Vella de Xinzo de Limia donde, frente a la considerable presencia de terra sigillata, se da la aparición mucho menor de la cerámica de paredes finas, sólo documentada en los momentos finales de los estratos altoimperiais; pero no por eso, menos relevante a la hora de integrar su presencia en el discurso de la interpretación histórica.
Se trata de un cuenco correspondiente a la forma Mayet XLIV, con cuerpo de perfil redondeado, borde de 8 cm de diámetro con labio fino, de pasta ocre blancuzca, corte rugoso y con un engobe exterior e interior de consistencia muy ligera, anaranjado y homogéneo y nada irisado. El grosor de su pared oscila entre 0,25 y 0,39 cm y presenta las estrías del torno bien visibles en el interior, mientras que el exterior aparece decorado con lúnulas poco marcadas hechas a la barbotina. A medida que se avanza en el tiempo estas piezas anchean sus paredes, las pastas se vuelven poco amasadas, las lúnulas cada vez son menos marcadas y el labio se vuelve más fino; rasgos todos ellos que están presentes en el cuenco de la Igrexa Vella. Por eso estaríamos ya ante piezas no de buena calidad sino más bien de fabricación descuidada, que mejor deberíamos denominar “de imitación” de paredes finas emeritenses y cronológicamente relacionadas con un momento avanzado de la producción, que cabría situar en el segundo tercio del siglo II d. C.
Teniendo en cuenta el carácter tardío de las piezas de Xinzo parece lógico que su llegada hasta el noroeste aprovechara el empuje comercial derivado de la promoción urbanizadora y romanizadora flavia, donde las ya bien consolidadas vías interiores permitirían la fácil distribución de piezas procedentes, entre otros puntos, de la Lusitania y de su cabecera. Origen en la que el camino pudo ser, bien la misma Vía de la Plata, bien las vías XVII y XVIII, que partiendo de Braga -que podría actuar así como redistribuidor para el interior de las producciones emeritenses- se dirigían hacia Astorga.
Más información en la Pieza del mes de septiembre de 2013