Los dolia son recipientes de barro de cuerpo globular, que en algunos casos llegan a los dos metros de altura, usados normalmente en el mundo romano para almacenar productos agrícolas. Este que nos ocupa, es de época Bajoimperial, tiene 75 cm de alto y una capacidad de 212 litros y estuvo expuesto recientemente en la exposición “Santomé. Conxunto Arqueolóxico Natural”. Su borde es entrante, con labio de sección triangular, aplanado oblicuamente (para asiento de una tapadera u opercula, hoy perdida); la base es plana y de reducidas dimensiones. De sus hombros salen dos gruesas asas, de sección bilobulada al exterior y plana al interior. La pasta es de color rojiza con abundante desgrasante de cuarzo blanco, recubierta al exterior por una capa de engobe fino y brillante de color anaranjado, que se mantiene principalmente en la mitad inferior.
Los dolia eran recipientes destinados al almacenaje y transporte de productos, sobre todo vino, como demuestra su aparición en diferentes pecios. También se guardaba trigo, aceite, peras y uvas, o alimentos en salmuera. Además se utilizaban para la cría y ceba del lirón, considerado un manjar por los romanos. Lo más habitual es encontrarlos enterrados en la tierra para evitar el contacto del aire, al tiempo que contribuía a mantener su estabilidad. Este que nos ocupa da la impresión de que nunca estuvo soterrado, dada la dispersión de los fragmentos. Apareció en una estancia con acceso exterior independiente, silo de mampuesto y solado de tierra apisonada, lo que confirma que esta construcción funcionaba como almacén en relación con la producción agrícola-ganadera. Este tipo de almacenaje pone de manifiesto una nueva concepción económica, con nuevos métodos de explotación agrícola, que son introducidos en el NW con la llegada de los romanos.
Más información en: Pieza del mes de octubre de 2001