La ciudad de Ourense anterior al siglo XIX era un núcleo de calles estrechas y sinuosas, ahogadas por amplios voladizos que dificultaban la circulación del aire y la entrada de sol, con una deficiente evacuación de residuos, constreñida por una cerca-muralla y una población mal preparada higiénicamente. Factores que aceleraban la rápida propagación de enfermedades y particularmente de las temidas pestes. En los siglos XVI y XVII intentan poner medidas correctoras, pues las epidemias van a ser más abundantes, agudizadas por épocas de pobreza alimenticia. Para cura de los enfermos (los denominados “gafos”) se habilitaba en las ciudades lugares alejados, extramuros, en los que quedaban aislados para así evitar el contagio con el resto da población. En Ourense, desde la Edad Media, existió un lazareto situado en la zona denominada hoy Parque de San Lázaro, por aquel entonces bastante fuera del radio de la ciudad. Asistido por la Casa de Lemos y luego por el Ayuntamiento de Ourense fue perdiendo paulatinamente peso como hospital y conservando unicamente la función religiosa. Llegaron a convivir dos edificaciones en el Campo de San Lázaro en la Edad Moderna, desaparecidas por la apertura de la carretera de Monforte (hoy Cardeal Quevedo) e incluso una tercera ermita del San Lázaro de finales del siglo XIX, hoy trasladada a Peliquín, que es la que se puede ver al fondo de esta imagen -perteneciente a los fondos del Museo- en su situación original.