Domingo Fontán es una persona muy reconocida pero poco conocida. Desde 2004 una fundación lleva su nombre y mantiene, ejemplarmente, su memoria. Nació en el lugar de Porta de Conde, al lado de Caldas de Reis, en 1788 y era miembro de una familia de “no escasa fortuna”. Estudió en Noia con un tío cura y luego en Santiago. Precoz y extraordinario estudiante, finalizó las carreras de Filosofía y Letras, Teología y Matemáticas, en cuya facultad, después de otras ocupaciones docentes, fue catedrático de Matemáticas Sublimes, desde 1828.
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En 1964 se produjo en el castro de A Muradella –próximo al pueblo de Mourazos (Verín)–, un hallazgo sin precedentes en la arqueología ourensana: un grupo escultórico en mármol de época romana representando a Dionisio y Ampelos. En aquel momento Jesús Taboada Chivite tenía el cargo de delegado del Servicio Nacional de Excavaciones Arqueológicas y, en consecuencia, realizó las gestiones oportunas para proceder a su rápido ingreso en el Museo Arqueolóxico Provincial de Ourense que aconteció ese mismo año.
El conocido como Castro da Saceda o A Cidá se sitúa en el ayuntamiento de Cualedro (Ourense). El poblado se configura alrededor de tres recintos amurallados, dispuestos en medias lunas defensivas yuxtapuestas a modo de escalones a diferente altura hacia el suroeste, sistema reforzado con un sistema de foso-parapeto en las zonas de mas fácil acceso. Este programa defensivo se adapta a la topografía del monte para obtener un espacio habitable.
Las dos fotografías que presentamos corresponden a uno de los espectáculos de José Piñeiro González “o aviador Piñeiro“, el primer hombre gallego en pilotar un avión. Son copias de placas de cristal realizadas el 13 de julio de 1913 en Ribadavia con motivo de las fiestas y forman parte de una extensa y variada colección, donada hace unos treinta años por Pablo García Vázquez al fotógrafo Fernando del Río y que hoy forman parte de los fondos documentales del Museo.
La pieza de noviembre es el positivo (de un negativo de 35 mm) de una vista de la Cruz de Montealegre tomada por D. Xoaquín Lorenzo Fernández “Xocas” en la década de los 50 del pasado siglo, posiblemente en una excursión al lugar compartida con Failde, Fariña, Tanco, López Cid y otros.
El orensano castro de Trelle se encuentra situado entre los municipios de Toén, Cartelle, Barbadás y A Merca, próximo a la parroquia de Santa María de Trelle. Cerca se encuentran los lugares de As Labradas y de Val de Abelaira, con otros topónimos próximos como O Castro de Pereira, O Castro, Eiriñas dos Mouros, Pedra Furada, etc., por lo que la zona es conocida en la literatura y por los paisanos como los Castros de Trelle.
La presente talla presidía el retablo de la capilla del pazo o Casa Grande situada en el barrio de Outeiro en Alongos (Toén, Ourense), conocida después como Casa de Saco por haber nacido en ella el presbítero humanista Juan Antonio Saco y Arce (1812-1881), autor de una abundante obra poética y de la que se considera la primera gramática gallega científica, publicada en 1868.
El hallazgo de este fragmento de terra sigillata sudgálica se produjo durante la campaña arqueológica del año 1988, dirigida por Xulio Rodríguez González, y corresponde a la etapa alto-imperial de un poblado galaicorromano que coincide parcialmente en el tiempo con la ocupación del castro. Dicho poblado surge grosso modo a mediados del siglo I d. C. y se abandona a mediados del siglo II d. C.
En la campaña de excavación del año 1984, dirigida por Luis Orero Grandal, en el castro Coto do Mosteiro fue documentada esta olla. El castro se localiza en el lugar de Mosteiro, parroquia de Santa Uxía de Lobás, ayuntamiento de O Carballiño. Su fase de ocupación se inicia alrededor del siglo IV a. C, en la segunda Edad del Hierro, cuando se produce el levantamiento de los nuevos poblados fortificados, asentados en los valles, a media ladera o en oteros en el medio del valle, y rodeados de tierras con aprovechamiento agrícola. Y será en el Hierro final, sobre el siglo I d.
Las monedas per se tienen propiedades protectoras que le son conferidas tanto por la forma como por la materia en la que están realizadas. Su estructura redondeada, en referencia al círculo, las convierte en un símbolo defensor, presente en todas las culturas, por la creencia de que los espíritus malignos no podían penetrar en un objeto redondo. El hecho de estar acuñadas en metal, refuerza esa función protectora, pues son bien conocidas las propiedades de los metales por su singularidad y pureza, y su utilización en el mundo romano junto con las piedras para la confec
El autor de este retrato de Emilio Castelar y Ripoll (1832–1899) fue el fotógrafo catalán Agustín Capmany i Serra (1846–1914) que tenía su laboratorio en Barcelona –calle Fernando VII, Nº 36– y, según La Vanguardia, abrió su taller el 20 de septiembre de 1884 por lo que esta fotografía de Castelar podría ser de aquellos años –no anterior a esa fecha– lo cual sería bastante consecuente con la edad del retratado.
La pieza que presentamos –ocho escudos de oro de Carlos II, también conocidos como onza o doblones de a ocho–, apareció en el transcurso de los trabajos arqueológicos realizados en la parroquial de Santa Mariña, más conocida como Iglesia Vieja, situada en la zona antigua, en la localidad de Xinzo de Limia.
La obra cumbre de la literatura española, es sin lugar a duda, El Ingenioso Hidalgo D. Quijote de la Mancha. Desde su primera edición en Madrid, M. de Cuesta, en 1605, 312 fols. un sinfín incesante de ediciones le han sucedido. Cervantes publica esta obra a la que sucederá la segunda parte, en 1615, rematando ya su vida, “ya con un pie en el estribo”, como le escribe al conde de Lemos en su última carta. Es pues una obra de madurez.
Las fusayolas son piezas de diferentes materiales, de forma más o menos circular, aplanadas y con una perforación central. Están claramente unidas a la industria textil prehistórica, protohistórica e histórica. La abundancia de fusayolas indica abundancia de la actividad de hilar. Se usaban en la parte inferior del huso, para obtener con su peso una rotación regular de él en el hilado manual. Así la función de la pieza era: equilibrar el huso (péndulo), mantener la velocidad de rotación y sostener lo hilado.
El vaso cilíndrico que presentamos fue recuperado en el yacimiento de San Cibrao de Las, en la campaña de excavación de 1982 dirigida por Bieito Pérez Outeiriño. Tiene un tamaño medio, de forma ligeramente troncocónica y cóncava. Esto se debe a que el diámetro del borde (20 cm aproximadamente) es algo mayor que el de la base (17 cm). El labio es exvasado, facetado hacia el interior, y no se diferencia de la panza por el exterior. Conserva un asa de sección cilíndrica colocada a media altura, pero es probable que tuviese una segunda en el lado opuesto.
Esta pieza apareció durante el desarrollo del proyecto: Escavación arqueolóxica na rúa Sta. Mariña nnº 4-6 (Xinzo de Limia, Ourense), ejecutado durante los meses de marzo y abril de 2016 por Manuel García Valdeiras.
El yacimiento de Aquae Querquennae se encuentra en la comarca de la Baixa Limia, ocupando tierras que pertenecen a tres aldeas (Porto Quintela, Os Baños y Mugueimes) y dos ayuntamientos (Bande y Muíños).
Respecto a la unidad que permaneció aquí de guarnición, la hipótesis actual apunta a un contingente de tropas dependiente de la legio VII Gemina acantonada en León compuesta por tropas de infantería y de caballería cuyos efectivos ascenderían a 500 soldados.
La palabra latina fibula define a un objeto metálico que sirve fundamentalmente para unir dos piezas de un tejido lo suficientemente blando cómo para que pueda penetrar una aguja aseguradora. El tipo general de fíbulas en las que aparecen representadas figuras de animales, fueron clasificadas por Michel Feugère como tipo 29a y, dentro de estas, la pieza que presentamos corresponde a la variante 23. Es un pavo real, de pie a la derecha, en el que se diferencian con claridad todos los rasgos anatómicos.
Los frascos para pólvora fueron parte del equipo de los tiradores cuando menos durante tres cientos años hasta la popularización de las armas de cartucho metálico, en la década de entre 1860 y 1870. Se utilizaba habitualmente un cuerno de vacuno. Se desconoce el porqué de la elección de este material orgánico para tal uso con preferencia sobre otros.